Cada vez que le pregunto a los padres lo que desean para sus hijos siempre contestan: “solamente quiero que sean felices”. Pero, ¿cómo podemos lograr esto? La verdad es que la felicidad es un estado que no es constante. Para poder sentir la felicidad debemos haber sentido la tristeza y algunas veces a los padres les cuesta aceptar esto. Veamos lo que las investigaciones nos dicen sobre cómo podemos alcanzar la felicidad.
Los resultados más importantes de las investigaciones que se han hecho sobre cómo alcanzar la felicidad indican que las personas que son felices son las que toman riesgos, las que han aprendido a sentirse incómodos y las que son capaces de sentir todo tipo de emociones. Como resultado, el hecho de ser padres, de tener un pequeño en nuestras vidas, debería hacernos sentir felices. ¿Qué otro riesgo puede ser mayor que el de tener la responsabilidad de mantener a otro ser humano vivo?, ¿qué otra cosa puede ser más incómoda que intentar funcionar en el mundo habiendo dormido cuatro horas o menos?, ¿qué puede hacernos sentir más angustiados que el llanto de nuestro bebé?. Por eso es que criar a nuestros hijos puede ser muy doloroso pero a la misma vez nos causa tanta felicidad. Esta es una manera maravillosa de reconsiderar que esos momentos difíciles por los que todos los padres hemos pasado con nuestros bebés, nos pueden hacer felices.
Las investigaciones sobre la felicidad, además indican que cuando celebramos los éxitos de nuestros amigos, de nuestra pareja o de nuestros hijos aumentan nuestros sentimientos felices. La mayoría de nosotros pasamos mucho tiempo elogiando a nuestros hijos cuando hacen algo bien o expresándoles lo orgullosos que no sentimos al haber pasado el FSA. Así como tomar el riesgo de ser padre puede hacernos felices, también el elogio y el orgullo que expresamos y sentimos por nuestros hijos nos hacen felices. El niño también se beneficia de estas reafirmaciones positivas, especialmente cuando se trata de un hijo de comportamiento difícil.
Otro estudio revela que cuando somos curiosos y observamos a las personas y al mundo alrededor de nosotros nos sentimos más felices. Los participantes del estudio que, por su curiosidad, se arriesgaban y salían de los lugares en que se sentían más cómodos tenían más tendencia a expresar agradecimiento y satisfacción que los participantes que escogieron alcanzar la felicidad a través de caminos que ya conocían o con los que se sentían seguros. Éstas son buenas noticias para los padres de niños pequeños. El mundo visto a través de los ojos de un pequeño, es hipnotizador. Algo tan simple como un pasillo del mercado puede ser para el niño pequeño un caleidoscopio fascinante de colores, de formas y de olores. Dedícale tiempo a tu hijo y experimenta con el niño su curiosidad. Narra lo que el niño está viendo y tocando y proponte el reto de ver el mundo a través de sus ojos. Esto le ayudará al niño a aprender a apreciar, a fortalecer el lenguaje y al desarrollo emocional; y al adulto a compartir un momento de curiosidad por el mundo que, según las investigaciones, promueve la felicidad.
Otro punto interesante que han revelado en las investigaciones para alcanzar la felicidad es evitar estancarnos en los detalles y luchar demasiado por conseguir la perfección. Yo misma soy culpable de ver tanto detalle en mi vida diaria que a veces me frustra y me impide alcanzar lo que yo llamo movilidad efectiva. Los investigadores explican como esta obsesión con el detalle puede terminar en un fracaso. Un ejemplo es cuando estamos enfadados con nuestra pareja y podemos ver los pequeños movimientos de su rostro o su cuerpo y los interpretamos como “incorrectos o crítico” porque estamos molestos. Sin embargo cuando no estamos tan atentos a los detalles podemos ignorar un desaire o una frase bajo la excusa de que sólo fue un impulso del momento.
Criar a nuestros hijos nos ofrece la oportunidad de mirar más allá de los detalles y disfrutar el momento. Como el primer día que nuestro pequeño decide vestirse y se pone todos los colores del arco iris. Éste es uno de esos momentos en que podemos elogiar al niño por lo que ha logrado y abandonar el detalle de que se acaba de vestir como un “Ponky Brewster” y precisamente ese día van a visitar a tus suegros. Otro momento sería el día en que tu hija te confiesa que por fin ha conocido a su “primer amor” y de paso te enteras que lo conoció en casa de una amiga, con la que tú no sabías que estaba pasando tiempo y que estaban solas con los chicos en la casa. El detalle de que tu hija haya pasado por alto la importancia de decirte que había estado en casa de la amiga es menos importante que el hecho de que te haya escogido a ti, su madre, para hablar de su primer amor. Aprovecha esos momentos fugaces. Perdona la imperfección y confía en lo que dicen los expertos: “la vista del mar es más interesante que la de un grano de arena”.
Las investigaciones también han concluido que los que pueden encontrar un balance entre el placer y el propósito se inclinan hacia el lado feliz del espectro. Alcanzar esto para los padres es más difícil y confuso y muchas veces, es la razón por la cual muchos padres se avergüenzan. Es verdad que no hay placer igual al de pasar una tarde en el parque comiendo helado con tu hijo o hija. Sin embargo este no es el tipo de placer que escogen los padres cuando se les pregunta qué escogerían hacer con sus hijos si tuvieran todo el dinero y el tiempo del mundo. Entonces, como padres, ¿cómo podemos alcanzar este balance para llegar a sentirnos felices?. Para la mayoría de nosotros el propósito es que nuestros hijos se desarrollen y prosperen. Muchos padres piensan en esto constantemente y pasan el día tratando de satisfacer esa emoción. Muchas veces, cuando tengo una mamá llorando en mi oficina le pido que me hable de sus sueños, de sus esperanzas y de lo que hace para cuidar su propia salud y bienestar. Los niños necesitan ver que sus padres también tienen sueños, se cuidan y tienen metas que quieren alcanzar para que así puedan ser sus modelos de comportamiento y de felicidad como han comprobado los investigadores.
Lo que más feliz me hace a mí como profesional de la salud mental, es saber que las investigaciones concluyen que las personas que están felices tienden a ser flexibles y vulnerables en cuanto a sus expresiones emotivas. Éste es el concepto que más comentamos en nuestro centro para padres. Es importante formar parte de la elaboración de la inteligencia emocional de sus hijos ya que esto le hará a usted y a su hijo más feliz. ¿Cómo puede un padre llevar a cabo esta tarea abrumadora? Es importante que nosotros también tengamos inteligencia emocional o por lo menos comprender cómo algunas emociones nos hacen estallar. La mayoría de nosotros tratamos de evitar ciertas emociones y cuando vemos que nuestros hijos las expresan, rápidamente los detenemos. El problema con esta reacción es que los niños necesitan experimentar, entender y tener una solución cuando estén experimentando una emoción. Esto sólo lo pueden lograr con la ayuda de un adulto. Esa ayuda la seguirán necesitando, en diferentes cantidades, hasta que vayan a la universidad. No tenemos que ser los padres perfectos pero sí tenemos que empezar por comprender lo que las emociones nos provocan, el significado que les damos y cómo y qué hacemos para sentirnos mejor. Sólo entonces podremos hacer lo mismo para nuestros hijos y llegar a sentirnos felices en nuestra vida diaria.
Pero, ¿qué es exactamente la felicidad?. Feliz es un sentimiento. El que experimentamos cuando sonreímos, cuando nos reímos y cuando pasamos el tiempo en algo que disfrutamos. La felicidad es menos tangible, es un estado de ser. Es un estado que se basa en lo que elegimos, en lo que pensamos y en lo que nos rodea. La mejor noticia es que si estamos conscientes de lo que escogemos, lo que pensamos y lo que nos rodea entonces podemos compartir esa sabiduría con nuestros hijos y ellos llegarán a conocer la felicidad.