El viento sopla mi sombrero contra mi cara mientras escucho a mis hijos riéndose con su papá. Es un día maravilloso en Miami Beach y tengo ganas de llorar. Mi mente está inundada de pensamientos negativos; que no soy una buena madre porque no estoy jugando con mis hijos en el agua y que los recuerdos que mis hijos tendrán de estos momentos felices siempre me incluirán a mi mirándolos seriamente desde el margen. Siempre es doloroso estar en un lugar alegre cuando estamos llenos de remordimiento y arrepentimiento. Estoy segura que este sentimiento es universal para la mayoría de los padres.
Somos Mejores Padres Cuando Entendemos al YO, al TU y al NOSOTROS
Puedo sentir el fuego de mi corazón latiendo en mis orejas. Noto que mi hija aguanta su respiración mientras yo le aseguro que “odio a las personas irresponsables”. Al tomar el próximo aliento, me detengo y me doy cuenta que esto ha sido un “total fallo materno”. He desaprovechado el momento para enseñarle a mi hija lo que es la responsabilidad y la he avergonzado, humillado. Me detengo y le explico que estoy demasiado enojada para hablar y para procesar la situación. Una vez que estamos juntas en el auto, le explico que “Mami se había alterado de tal manera que le había hecho daño en vez de tomar la oportunidad para ayudarle”. La capacidad de darme cuenta de mi error y comprender lo que estaba ocurriendo me permitió recapacitar y volver a acercarme a mi hija para enseñarle sobre el valor de la responsabilidad. Este incidente me permitió analizar y evaluar lo que muchos sicoterapeutas dan por sentado.